Asomaste varias veces en mis vigilias y en mis sueños,
eras ese niño perdido que perdí dos veces,
aquel que buscaba mi mirada interrogante,
ese otro que huyó en oscura noche
en el tren carguero, solitario.
Anhelando tú encontrar tu musa inspiradora
y yo tu sabiduría inconclusa
nos rozamos en imposibles encuentros
nos perdimos en tantos desencuentros.
Hoy reapareces de una sutil manera
y desde más allá de la vida
señalándome en un océano de palabras huecas
esa pretendida palabra síntesis, inaudible.
Palabra indecible cuya búsqueda te arrastró
al más siniestro infierno
y te hizo escribir el más maravilloso
y mortal poema.
Hoy reapareces para advertirme que,
si esa palabra encuentro
o pretendo extraer de su condición de inefable,
una daga se hundirá en mi pecho,
aún sabiendo que el miedo no es la barrera
que pueda impedir a la daga su destino.
«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (Vincent Van Gogh)