Las palabras pasan a mi lado indiferentes,
como el agua inasible circula hacia otras cuencas.
No hay imágenes en mi retina que se alojen prepotentes
ni hechos conmocionantes que me dobleguen.
Mi piel se ha olvidado el sentir de las caricias
cerrando hermética, la morada de mi alma
Me he ocultado en un espacio silencioso
que me ahuyenta todas las mentiras.
Sabiendo que, como el agua, las palabras no se agotan
sólo cambian de tanto en tanto, los rumbos
o esperan el momento del desborde,
como la fruta que estalla madura
o la piedra que se agrieta dando lugar al torrente.
Sí, hace poco acabo de leer un libro de psicoanálisis sobre una de las enfermedades más crudas, la esquizofrenia, y como puede hacer modelar el propio lenguaje, incluso la propia lengua. Es lo del vaso medio lleno o medio vacío, podemos ver un amasijo de carne, tendones y un cerbro, o una persona con la que podemos hablar y a la que podemos amar, pasa que cuando la soledad nos inunda hay una cerrazón hermética de la morada de nuestra alma, y vemos el vaso medio vacío o quizá completamente vacío, pero el amor vuelve a llegar, normalmente cuando nos dejamos llevar por el deseo, a pesar de temer lo peor, que por experiencia sé que nunca llega, y entonces volvemos a amar, a ver en ese conglomerado de huesos y carne una persona o grupo de personas que sí, sus imágenes se nos alojan no ya prepotentes sino sutiles y gráciles.
ResponderEliminarUn saludo desde España Caléndula
Vicent
Como cuando el silencio es posible
ResponderEliminary las palabras empiezan a temblar.