Ya saben que soy el escribiente, como Bartleby, el escribiente de Herman Melville, sólo que lo mío no es una tarea puramente administrativa y rutinaria sino que me debo esforzar para descubrir día a día qué debo escribir para no enojar a Sofía. Debo cuidarme de decir algo que no se corresponda con lo que ella cree que debo escribir y ustedes bien saben que no es fácil la tarea interpretativa o a veces descriptiva, que me asignaron.
Una vez Sofía debió abandonar el barrio para ir a vivir a una casa de la que se prendó desde el primer momento. Se sentía como en ¨su¨ casa, aunque no era propia la sentía como si fuera ¨de ella¨. Un día ve pasar por la vereda a un hombre con portafolio y pensativo que caminaba con pasos largos. Supo enseguida quien era. Desde entonces solía mirar hacia afuera para ver pasar al caminante, invierno y verano.
Se había enamorado de él en la universidad. El tenía ese halo de misterio y de lejanía que la atrapaba, recordaba que era inteligente y que hacía preguntas que le provocaban admiración, no entendía como a alguien se le podían ocurrir esas cosas.
Pero lo curioso fue que cuando Sofía decide que yo me llamara Ernesto recordó que así se llamaba el susodicho. No supo por qué pero esta conexión la dejó perpleja.
que !!bueno!!, me encantó.un abrazo.silvia
ResponderEliminarCasualidad o causalidad ? Interesante su relato ! Cálido abrazo !!
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