«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (
Vincent Van Gogh)

sábado, 5 de enero de 2013

A través del lenguaje algo recogeré


¨Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es.
Algo, sin embargo, recogeré¨
La simultaneidad a la que Borges alude está en el Aleph. El todo en uno.
¨El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.¨
En simultaneidad, el Aleph refleja lo universal y él lo pudo ver. El instante universal. Lo Imposible para el humano.

Y algo pudo recoger. 

Algunas migajas o esquirlas de universo nos son dadas, se infiltran en nuestro mundo humano. Aunque sólo por trasmutación al plano lingüístico. Traspoladas a otro orden. A través de ese único elemento que enlaza y nos permite cierta transmisión. El escritor, a la vez que muestra nuestro límite respecto a ese universo que nadie vio, nos regala nuestra única posibilidad: cierta enumeración parcial de conjuntos infinitos. El poeta pudo ver, en un acto de alquimia tal vez, o un acto sagrado, y transmitirnos esto:


¨En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.¨
¨En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.¨

Feliz año nuevo. Año que para nosotros transcurrirá en un tiempo, pero que, en el universo, ya transcurrió.




Referencia: El Aleph de Jorge Luis Borges

3 comentarios:

  1. Precioso poema poético que sólo los que han traspasado la línea de la cordura, la terrible cordura del idiota pueden contemplar y recordar, la ciencia le dará una explicación en el protocerebro, en el cerebelo, pero la verdad es que la realidad es infinita y sólo nosotros le ponemos límites para verla sucesiva, y seguro que hemos quien más o quien menos hemos recordado vidas o alguna vida pasada, pero sólo los que han ahondado en su ser han sido testigos del futuro, del pasado y del presente.

    Me ha encantado y veo que no soy sólo yo quien tiene el futuro com algo ya impreso y aún por imprimir en esa contradicción paradójica que supone la existencia, y no hablo de Borges sino de ti, mi amiga Caléndula.

    Un abrazo y que el año que viene te sea propicio y abundante, y saludable. Salud, dinero y amor te deseo desde el barrio de Russafa de la ciudad bimilenaria de València.

    Vicent

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    1. Siempre me sorprenden tus palabras: es como si me encontraras por delante, para decirme esto es así. Siempre salgo de ese encuentro enriquecida y en cierto modo sabiendo que el camino que recorro, que es a tientas las más de las veces, no es tan inseguro. Se que es algo que tú no te propones, pero yo lo recibo de esa manera, sin esperarlo. Qué cosas raras ocurren.

      Bajando a la realidad, gracias por pasar Vicente, me has hecho pensar en ese barrio de la bimilenaria ciudad de Valencia y buscar una foto.

      http://elpais.com/diario/2007/03/03/cvalenciana/1172953077_740215.html

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  2. Es un barrio que fue pueblo y que tiene más de mil años de existencia, nació como un jardín de un rey árabe, cuando València era árabe, y fue allí desde donde el rey En Jaume I sitió la ciudad, en uno de sus conventos, de hecho el nombre Russafa, quiere decir jardín en árabe antiguo aunque el nombre está hoy ya catalanizado o valencianizado.
    Y camina sin miedo pero con precaución, sobre todo el amor, ya sea de la amistad o de pareja ayuda en mucho a vivir, a sentir, y a tener y vivir esa nuestra relación con el saber directa como personas del discurso histérico, pero sin prisa ni ambición, ni vanidad.

    Un abrazo

    Vicent

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