«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (
Vincent Van Gogh)

lunes, 24 de diciembre de 2012

Una mujer




Una mujer desea que la amen por lo menos una vez
si ha de tener sentido su vida que la belleza le dio.

Una mujer es como el jazmín que nace para el perfume
que espera que la huelas por lo menos una vez.

Una mujer se pregunta ¿a qué vino a su jardín la rosa
sino a ser contemplada por lo menos una vez?

Una mujer fue bañada en la blanca espuma de mar
mirada en la languidez ondulante de las olas
y suavemente acariciada por lo menos una vez

Una mujer quiso poder escribir sin saber que ella era en su ser
eso que el gran poeta cantaba por lo menos una vez.


Foto sustraída furtivamente de El corazón de Kira

domingo, 25 de noviembre de 2012

Tango


El romanticismo

Es la primavera de la vida. La mórbida vivencia de fusión con el objeto amado. Inunda el alma hasta lo insoportable.

Es el esplendor de la naturaleza, de las flores, del trueno, que están allí en devenir eterno.

Busca la perfecta e imposible amalgama con el todo. Es el sentimiento estético, intolerante con la vida en su faz degradable. Es el envión inicial de la vida. Es la vida.

No puede explicarse ni el principio y ni el fin de la existencia. Sufre porque se niega a aceptar que el paraíso está perdido.

El que no cure del romanticismo, seguirá jugando al juego del todo o nada, buscando que la realidad ascienda a la poesía. Enfermando sin saberlo, creerá que la realidad es la poesía.

Muchos preferirán morir y otros reir, pero ¡ay!, desdichado aquel que, aunque sea por una vez, no ha padecido esa porfía.


domingo, 30 de septiembre de 2012

Un poema tardío

Asomaste varias veces en mis vigilias y en mis sueños, 
eras ese niño perdido que perdí dos veces,
aquel que buscaba mi mirada interrogante,
ese otro que huyó en oscura noche
en el tren carguero, solitario.

Anhelando tú encontrar tu musa inspiradora
y yo tu sabiduría inconclusa
nos rozamos en imposibles encuentros
nos perdimos en tantos desencuentros.

Hoy reapareces de una sutil manera
y desde más allá de la vida
señalándome en un océano de palabras huecas
esa pretendida palabra síntesis, inaudible.
Palabra indecible cuya búsqueda te arrastró
al más siniestro infierno
y te hizo escribir el más maravilloso
y mortal poema.

Hoy reapareces para advertirme que,
si esa palabra encuentro
o pretendo extraer de su condición de inefable,
una daga se hundirá en mi pecho,
aún sabiendo que el miedo no es la barrera
que pueda impedir a la daga su destino.



domingo, 19 de agosto de 2012

Acercamiento

Siempre que te acerques a algo que promete un goce, hazlo desde la más pura ingenuidad, me digo.

Acercarme a un autor, sobre cuyo nombre centellean luces de admiración, es uno de esos momentos y se parece a cuando uno se enamora sin conocer casi nada de ese que nos deslumbra.

Leer antes lo que dicen de él sus adoradores sería perderme la oportunidad de sentir lo que para mí el escribió. Si vivió, padeció, amó y plasmó desinteresadamente su tesoro, acercarme a su legado será para mí un instante sagrado. Será a mi modo, dándome la oportunidad de que su creación cobre una especial realidad en mí.

Estoy hablando de Goethe. Entrar a su universo fue comenzar a visualizar los efectos de su obra sobre la humanidad, de mil maneras diversas. Leer el Fausto fue abrir una puerta que conduce a un, desconocido hasta entonces para mí, mar de belleza y pasión. Empecé por el final, por un libro escrito en los últimos años de su vida. Ahora me voy a sus comienzos, a leer Las penas del Joven Werther.

Les iré contando. Su lectura tendrá más sentido para mí si luego sé que ustedes sabrán lo que él me despertó.



viernes, 10 de agosto de 2012

Fausto (*)


Era un hombre que aspiraba a ver más allá, a penetrar lo que se resiste. El saber, el amor, la visión de todo. Era presa de una angustia. Iba en pos de los bienes que apenas pueden ser rozados. No saciaba su apetito. Era el típico hombre a quien el atuendo humano lo constreñía, le cortaba las alas, esas alas que lo apuraban hacia el sol, cómo a Icaro, pero a las que debía conformar con cortos vuelos rasantes. Era el típico hombre de conciencia exacerbada, demasiado atenta al tiempo inexorable. Contemplativo y exaltado ante los dones del alma y la naturaleza. Atribulado ante los misterios. Aspiraba ansioso robarle brillantes al lodo. Era el típico hombre, terrenal hasta el hartazgo, que no podía escapar a las tinieblas inconfesas del deseo.

Sabía desde siempre que el desenlace sería en el último minuto, que la secuencia estaba encadenada y que nada ocurriría antes de lo debido.

Alguien que lo había amado, le había dado un nombre. Lo había situado en el mundo, pero también, lo había marcado con la engañosa aspiración de arrebatarle los secretos al mundo. No lo hizo humilde sino engreído por su notable parecido a los dioses. Propenso a engañarse. Presa facil para que, un diablo inteligente, multifacético y hábil seductor enmascarado, le prometiera darle lo imposible, poseerlo todo. Sin calcularlo pagó vendiéndole su alma y creyendo alcanzar la libertad absoluta. Ingresó al mundo del fuego sin poder volver atrás.




(*) Inspirado en la lectura del Fausto de Gothe