«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (
Vincent Van Gogh)

domingo, 29 de noviembre de 2009

Encrucijadas


No se por qué raro designio llegó este momento en mi vida en el que siento que debo virar el camino. En mi primerísima infancia el mundo era mi hogar, mi padre, mi madre, mi hermana, la casa, el jardín... pero también, doña Rosa, la vecina, los carnavales tirándonos agua a baldazos. Pero ese fue el arranque tan sólo, aunque vivido como si fuera un universo interminable.

Luego la geografía se fue ampliando, llegó una nueva vecina al barrio, tenía 12 como yo, y a partir de ahí tuve dos casas y una divina amistad. Los caminos ahora conducían a la escuela, a la esquina donde nos juntábamos a charlar sobre esas cosas que no entendíamos y a la playa en las noches de navidad junto a los hermanos más chicos que nos escuchaban con admiración y de vez en cuando nos hacían alguna tímida pregunta a nosotras que nos vanagloriábamos de estar conociendo la vida.

Más tarde el amor como deseo inalcanzable, como idolatría, llenaba nuestras horas de interminables conversaciones. Nuestros caminos geográficos se ampliaban, nos escapábamos para pasar por la casa de tal o cual chico como si de esa forma absorbiéramos algo de ese que ni siquiera nos miraba. Con eso nos contentábamos.

Luego la dispersión, nuestros rumbos diferentes se alejaban cada vez más. Cada uno hace su vida nos decían los grandes y parecía que así tenía que ser. Las cartas fueron cada vez menos y los encuentros ya no eran aquellos, aunque algo de aquel ímpetu se hizo perdurable.

Y esa nueva geografía que perfilaba distintos itinerarios se iba bifurcando y abriendo cada vez más como la cola de un pavo real.

Pero hasta un punto... algo de esa expansión pareció detenerse y en ese medio aparece eso que algunos llaman el goce pleno de la vida, simulando nuevamente que la eternidad no es una mentira.

Pasado ese fragor vi sorprendida que habían ahora ciertos caminos que ya no eran transitables para mí, por delante, la geografía parecía achicarse hacia lo lejos.

Aparece entonces la meditación, la reflexión, ¿cómo se sigue ahora?, cómo hacer con una conciencia que sabe demasiado, que ya no se engaña, que nos muestra la confluencia hacia ese sólo camino, el último, ahora sabemos claramente que por más que alarguemos los dedos cómo tentáculos ningún contacto detendrá esa inercia porque no somos dueños de ese transcurrir.

Hoy me tomo mis tiempos para pensar creyendo que estoy decidiendo por qué camino seguir. Sea que lo crea o que la dirección sea inexorable y ya esté predeterminada, lo cierto es que mi vida, lo siento, quiere cambiar de rumbo.

Hoy me parece que ese rumbo tiene que ver con escribir y leer, leer y leer... Y tiendo a pensar que está predeterminado por algo que en otro momento contaré.

1 comentario:

  1. Uno no va a donde quiere, si no donde llega.Decía un profesor. Hoy diría que uno ha estado eligiendo siempre a veces ese elegir nos enlentencio,(nos oculto) el arribar a este último camino en el que parece no hay ya elección posible al menos desde el albedrío.No se porque me hace feliz que hayas arribado a éste el que parece éste último camino, el único que por no ser un camino elegido(si no donde llega)es el camino de la paz, es el camino de nuestra verdad (sea la que sea para cada una)el camino recto, (en contraposición a serpenteado)el camino del medio, el camino con corazón.Un abrazo.

    ResponderEliminar