«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (
Vincent Van Gogh)

sábado, 9 de abril de 2011

No es romántico sino real como un sueño

Sofía, un poco cansada de leer, había ingresado inesperadamente en un espacio antiguo, lejano, que creía muerto. Un dolor en la garganta la percató de que eso aún palpitaba en su ser. Ese día gris la arrastraba a aquel rincón de su mente envuelto en engañosa indiferencia. Allí estaban los recuerdos, descubiertos, sentidos como en los sueños, como si le estuvieran ocurriendo ahora, suspendidos en su propia mirada que miraba la mirada de él que no la abandonaba, que no le hablaba, que permanecía en ese envolvente misterio que la asustaba, a la vez que la atraía, porque era del orden de lo imposible, lo inalcanzable. Ambos habían sido sorprendidos en ese enredo mentiroso, sin haberlo querido, sin haberlo previsto, empujados a eso que había atravesado la necesaria distancia entre los dos.

Que un recuerdo tenga color a música parece algo raro pero eso era lo que ella sentía en sus latidos. Ahora mismo al volver a oír esa melodía sabía que él no había muerto y que al escuchar ese mismo canto tampoco él podría no recordar lo que ella recordaba. Tenía que acostumbrarse a la idea de que su propia muerte o la de él un día haría que eso que en su sangre hoy reverberaba no estuviera más en espacio ni en mente alguna. Sería sólo una historia de amor que no había sido -vaya paradoja ser lo que no se fue- sobre la cual nadie escribió pero que había sido pasión en algún tiempo y lugar. Que su cuerpo o el de ella expiraran hoy sin poder hablar de eso, sin recordarlo el uno con el otro, le daba inmensa pena a Sofía ¿por qué había sido tan cruel la vida al mostrarle eso tan efímero y leve que se eternizó en su memoria?.

Sólo le quedaban hoy imágenes escurridizas de aquel desvarío, de aquella partida, de aquel volverse hacia otros amores, hacia aquel obligado olvido. Y tampoco venía a ella algo de eso que tienen los poetas para escribir aquel anhelo, por eso no dejaba de pensar que tal vez fuera la fugacidad, esa huidiza condición, la que hacía a ese recuerdo tan real como un sueño.

1 comentario:

  1. quizás entonces los brazos "cortitos" sean de Ana, y el resto del cuerpo obligado a crecer de Sofía.
    son bellos tus escritos muy bellos. gracias

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