«Nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado
sino para salir realmente del infierno». (
Vincent Van Gogh)

viernes, 16 de marzo de 2012

Agradable sorpresa

Quiero contarles que presenté este pequeño cuento en el ¨XXXI Concurso Internacional de Poesía y Narrativa. Audiolibro ¨Unidos por el Mundo 2012¨ y lo distinguieron con una Mención de Honor en el género narrativa entre 1045 trabajos de 490 participantes. Pero, principalmente, quiero decirles que estoy muy contenta, porque siento que, aún no siendo una escritora, amo poder escribir; que esas pequeñas y furtivas frases que aparecen al despertar, o dan vueltas en mi cabeza cuando no puedo dormir, se transformen en esas letras de incógnito sentido para que ustedes le agreguen el propio.

Gracias al Instituto Cultural Latinoamericano y a mis amigos.

***


Hojas en blanco

Por Caléndula


Como todos los días estaba en su cuarto intentando escribir. Papeles y libros sobre el pequeño escritorio, la mente en blanco y un girar siempre alrededor de los mismos significantes. Por la ventana se veía declinar la tarde en las sombras. Sofía dejó caer su cabeza sobre las hojas, tratando de capturar esa idea que rondaba por su mente, de apresarla y darle forma, pero la venció el sueño. De pronto una leve brisa fría la despierta en la ya ensombrecida habitación. Le parece que algo la obliga a mirar hacia un lado; al girar la cabeza alcanza a ver que una pared pequeña, de tres hileras de ladrillos, había sido levantada frente a la puerta de su cuarto. A pesar de sentir una cierta extrañeza se convenció de que no era algo importante, que era sólo producto de su imaginación o una ilusión óptica en la tenue oscuridad. Sus ojos se cerraban, no quería pensar más, se levantó a tientas, se metió en la cama y nuevamente se durmió.

La noche transcurría cuando ciertos ruidos alteraron su sueño, pero no lograron despertarla del todo; sólo se sobresaltó cuando una inoportuna luminosidad penetró por algún lugar de la habitación, cercano al techo. Se asombró nuevamente cuando divisó ahora que ambas, la ventana y la puerta, habían sido selladas completamente con ladrillos. Se percató, también, de que no se escuchaba el bullicio cotidiano de la mañana, el reloj marcaba las ocho y media; a esa hora los ruidos de la calle deberían inundar el ambiente, pensó, pero enseguida se distrajo con el reflejo blanco de las hojas que reposaban sobre el escritorio. Sus ojos heridos se humedecieron, otra vez esa familiar y recurrente angustia al comprobar que, en su mente, brillaba tanto blanco como en las hojas.

Pensó en Julián, él ya debía estar en su oficina, la cama de su lado estaba desordenada, había dormido junto a ella y seguramente se había levantado sigilosamente para no despertarla. El era siempre tan silencioso, obstinadamente silencioso. Sofía sentía ese silencio como si fuera un muro, no escucharlo era para ella como no poder verlo, no poder imaginarlo, no sabía nada de él a pesar de que hacía tiempo que compartían la vida juntos. En los primeros años de la relación ella le había reclamado, insistentemente, que fuera más explícito sobre sí mismo, que le hablara, que vivir así era cruel, que era como estar sin piel, que dolía. Y él le decía ¨pero yo estoy¨ y era verdad él estaba, siempre estaba.

Así fue que Sofía comenzó a encerrarse poco a poco en su cuarto a escribir, porque ya no le alcanzaba con leer para calmar su creciente zozobra. Al principio le había resultado fácil narrar historias, pero al poco tiempo el bloqueo, otra vez el muro, el escribir también se le negaba. Entonces decidió que tampoco quería hablar más ¿para qué? ¿para quién? ... haría como Flaubert callaría para siempre. Pero, cuando cerraba su boca, las lágrimas le humedecían el rostro. Alguien la había llevado un día a un psicoanalista aunque de esa experiencia sólo recordaba que una vez él le había hablado de una falta, cosa que ella no había entendido. Sólo con el tiempo comenzó a ver que esa especie de agujero, que llevaba siempre consigo, podría tratarse de esa falta; y, que no sólo no la abandonaría sino que siempre había estado con ella, solapada; tal vez sólo la muerte… ¿cómo sería estar muerta? ¿no lo estaría ya?, en ese momento, al escuchar el mismo canto de los pájaros que oía cuando visitaba la tumba de su padre se dijo: ¨sí, efectivamente estoy muerta, no es feo, no se siente nada, si hasta puedo abrir los ojos¨ y al hacerlo vio un rayo de sol que entraba por la ventana y se posaba sobre las hojas en blanco que esperaban sobre su pequeño escritorio.

Todavía entre dormida Sofía tomó su lapicera y escribió.

FIN

4 comentarios:

  1. No tengo palabras para explicar la impresión tan grata que me ha dejado su cuento, la verdad es que es redondo ¿salir de la falta es morir?
    ¿estamos muertos los seres divididos?
    ¿es la cinta de Möbius la realidad de la vida y la muerte? Muchas preguntas para un solo producto, este magnífico cuento.

    Un abrazo

    Vicent

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  2. Vicent: sus comentarios me enriquecen, me hacen reflexionar, iluminan cosas que yo no veia.

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  3. Caléndula , su " Pequeño " cuento es inmensamente profundo, va creciendo con sus palabras. El lector se va encontrando con el personaje y se produce un pacto emocional que impresiona. Felicito al Instituto Cultural Americano por saber apreciar el valor de una joyita y a Ud. por su humildad. Un gran cariño y un enorme deseo de continuar leyendo sus escritos.

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  4. Muchas gracias Lorey, me emocionan sus palabras, estoy recibiendo esto sin haberlo esperado. Seguiré con el pacto conmigo misma.

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